Mujeres en (de)construcción – La que Arde https://www.laquearde.org Revista digital Tue, 31 Oct 2017 03:21:47 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9 Mis amores: gracias, pero ya no. Por Dunia Verona https://www.laquearde.org/2016/07/05/amores-gracias-pero-ya-no/ https://www.laquearde.org/2016/07/05/amores-gracias-pero-ya-no/#respond Wed, 06 Jul 2016 02:03:12 +0000 https://www.laquearde.org/?p=7169 Tuve una relación de pareja con alguien que ya tenía una relación de pareja. Cada vez que mi pareja y yo compartíamos nuestra energía sexual en realidad éramos un colectivo energético en convivencia. Esta situación no me era tan clara desde la conciencia pero mi cuerpo lo sabía y además lo resentía: mis menstruaciones comenzaron …

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Tuve una relación de pareja con alguien que ya tenía una relación de pareja. Cada vez que mi pareja y yo compartíamos nuestra energía sexual en realidad éramos un colectivo energético en convivencia. Esta situación no me era tan clara desde la conciencia pero mi cuerpo lo sabía y además lo resentía: mis menstruaciones comenzaron a ser monstruosas, cada 28 días perdía la vida tremendamente. Sangraba tanto y tan horrible que lo único que deseaba era que me quitaran el útero. ¡Este órgano me caía sumamente mal! Al terminar con esa relación mis menstruaciones volvieron a la normalidad. ¿Magia? ¿Coincidencia? ¿Suerte?

Años después en una sesión de Respiración Ovárica Alquimia Femenina comprendí la sabiduría que en aquel entonces mostraba mi cuerpo con las menstruaciones abundantes. En un ejercicio para liberar las memorias sexuales ancladas en el útero sentí cuán llena estaba de la energía de quien fue mi pareja y de la energía de su pareja. Poco a poco me fui dando cuenta de las energías que habitaban mi útero. ¡Fue aterrador! Entré en diálogo íntimo no sólo con mi útero sino con todo mi cuerpo.

Al mismo tiempo que identificaba el mazacote de energía en el que me había convertido entendía que los sangrados fueron una especie de llanto liberador: estaba tan habitada por otras personas que la reacción más saludable de mi útero fue expulsar los excesos para no colapsar. Sin embargo eso no fue suficiente porque de verdad eran tant@s dentro de mí que los sangrados se quedaban cortos. Había que hacer un vaciado a conciencia y permitir que el cuerpo liberara la energía proveniente de mis parejas, de las parejas de mis parejas, de las parejas de sus parejas, y así… Parecía que el desalojo energético no terminaría porque sin más la cadena se volvió infinita. ¡Me espanté como nunca! Creía que tendría que dejar de compartir mi energía sexual para no correr el riesgo de ser nuevamente un mazacote.

Al adentrarme más en la Respiración Ovárica Alquimia Femenina como sistema de sanación holístico me empecé a regalar momentos para soltar, incluso sin saber con certeza qué o a quiénes soltaba: saboreé el vacío sin sentir pérdidas, mientras más soltaba más ligera me sentía, y mientras más ligera me sentía más vacío quería generar. Era una delicia descubrirme capaz de soltar; era una delicia encontrar salud en el vacío. El miedo de saberme habitada por la energía de personas que ni siquiera conocía se transformó en conciencia, en auto cuidado.

Cada vez que me lanzo a los brazos del vacío sé que estoy abriéndome a la posibilidad de decirle que SÍ a lo que sí quiero que me habite. Cada vez que me regalo la oportunidad para dejar ir lo que me obstruye, sé que estoy abriéndome a la posibilidad de recibir lo que me nutre y llena de gozo.

No tengo miedo de ser habitada por otr@s. No me muevo desde la paranoia de ser partícipe de una nueva cadena abrumadora de energías sexuales. Ejercito ahora mi capacidad de decirle SÍ a lo que quiero que entre en mí, y NO a lo que no quiero ni necesito. Mi útero, mi vagina y todo mi cuerpo son espacios sólo míos, por eso: amores, gracias por su energía pero ya no.

Dunia Verona es Comunicóloga de la UAM-X, egresada de la Maestría en Periodismo Político de la Escuela de Periodismo Carlos Septién, Doula, Terapeuta en Respiración Ovárica Alquimia Femenina. Trabajó en la promoción y defensa de los derechos reproductivos de las mujeres y en ese camino descubrió el mundo del acompañamiento. Ha tenido la oportunidad de acercarse a las mujeres para facilitarles espacios donde encuentren salud y gozo. Arde por que cada mujer elija libremente y desde su verdad el sendero que la lleve a sí misma.

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#SalvemosAlPeriné Por Dunia Verona https://www.laquearde.org/2016/05/19/salvemosalperine-por-dunia-verona/ https://www.laquearde.org/2016/05/19/salvemosalperine-por-dunia-verona/#respond Thu, 19 May 2016 20:43:50 +0000 https://www.laquearde.org/?p=6314 No podía sentarse sin sentir dolor. La cicatriz de la episiotomía se extendía hasta la parte interna de su muslo. Caminaba con dificultad. Sus ojos se perdían en un abismo de tristeza. Llevaba ya tres años haciendo frente a los daños físicos y emocionales que le dejó la salvaje atención que recibió durante el parto …

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No podía sentarse sin sentir dolor. La cicatriz de la episiotomía se extendía hasta la parte interna de su muslo. Caminaba con dificultad. Sus ojos se perdían en un abismo de tristeza. Llevaba ya tres años haciendo frente a los daños físicos y emocionales que le dejó la salvaje atención que recibió durante el parto y estaba resignada a vivir así indefinidamente porque nadie, además de ella, se haría responsable de sus heridas y su recuperación.

La historia de esta mujer es la historia de muchas cuando buscamos atención médica a lo largo de la vida sexual y reproductiva: nuestro cuerpo es manipulado e invadido y nuestra dignidad destrozada. ¡Cuántas hemos tenido que soportar la rudeza con la que el personal de salud realiza procedimientos ginecológicos!

Al compartir espacios terapéuticos con mujeres cuyas memorias más dolorosas se ubican en el periné, esa zona oculta, delicada y poderosa del cuerpo donde se originan experiencias muy placenteras y también muy traumáticas, confirmo la necesidad de mirarnos con comprensión y altas dosis de amor: cuando nos damos el tiempo para entrar en diálogo íntimo logramos escuchar la historia que el propio cuerpo necesita contar; es así como descubrimos las huellas del abuso, de las relaciones sexuales no satisfactorias, del miedo al placer, de los orgasmos reprimidos, del vínculo con la menstruación y la fertilidad, y por supuesto las huellas del maltrato físico y emocional recibido en el contexto de la atención gineco-obstétrica.

El espacio corporal que abarca desde el clítoris hasta el ano, incluyendo la vagina y el útero, es un universo de terminaciones nerviosas que requiere ser tratado con el mayor respeto y cuidado, sin embargo quienes proveen servicios de salud sexual y reproductiva, sobre todo en el ámbito hospitalario, le dan poca importancia no sólo a nuestra anatomía sino a nuestro sentir, y lejos están de imaginar el laberinto que atravesamos para reapropiarnos de nuestro territorio, para reafirmarnos libres, sensibles, confiadas y gozosas, para volver a habitar nuestro cuerpo como un lugar seguro.

“Mira, tu endometrio está muy grueso, vamos a tener que adelgazarlo. Ven, pasa por aquí”. Y así, se quedó mi mamá sentada en el consultorio y yo pasé a una salita en la que me acostaron. “Te va a doler un poquito pero por favor no te muevas”, dijo el ginecólogo. Y a mi lado se paró una mujer, a observarme, ausente y seria.

“Ponte flojita”, me dijo de nuevo ese hombre. Y me introdujo un aparato en la vagina. Después de eso comenzó la tortura. Empecé a sentir cómo unas garras raspaban mis entrañas y un terror y un profundo dolor me invadieron. Empecé a llorar y recuerdo que el doctor me decía: “sshh, no llores, tranquila, ya vamos a terminar”, mientras limpiaba mis lágrimas con kleenex. Yo sólo quería a mi mamá y no entendía por qué nos habían separado. Nunca había sentido un dolor tan intenso. Cinco interminables minutos después, la tortura terminó.

Le pagamos al doctor, por supuesto, y sin habla y abrazada de mi mamá, salí de ahí caminando y con el cuerpo y el alma rotos. Había sido violada hasta lo más profundo de mi feminidad.

Casi un año después, al visitar a un ginecólogo nuevo (jamás me acercaría de nuevo a esa peligrosa bestia de bata blanca), supe que lo que me habían hecho era un legrado o raspado, un procedimiento que debe hacerse bajo anestesia general y en el quirófano de un hospital. Aquella carnicería pudo costarme la vida, pero no, solamente me costó el corazón, la valentía, la seguridad, el deseo, la inocencia, la libertad.

Diez años después sigo sanando las secuelas que en mi vida ha dejado ese evento tan violento, diez años después escribo este testimonio por primera vez, con lágrimas en los ojos y con temblor en las manos.

Karen Levy

Siempre busco una oportunidad para gritarle al mundo #SalvemosAlPeriné porque cada mujer tiene derecho a una vida libre de violencia; porque cada mujer merece disfrutar su cuerpo íntegro, sin mutilaciones, sin invasiones; porque cada mujer posee un centro creativo, fértil, sensible y luminoso capaz de gestar sueños, vida, arte; porque cada mujer es un templo de belleza infinita.

#SalvemosAlPeriné es una causa de la que cada mujer puede ser partícipe desde el autocuidado; una causa a la que cada hombre o mujer que provee servicios de salud sexual y reproductiva puede sumarse fácilmente desde su trinchera, transformando su mirada en un acompañamiento nutrido por el respeto y el asombro hacia la fuerza sutil que somos.

Dunia

Salvemos al perin?

Dunia Verona es Comunicóloga de la UAM-X, egresada de la Maestría en Periodismo Político de la Escuela de Periodismo Carlos Septién, Doula, Terapeuta en Respiración Ovárica Alquimia Femenina. Trabajó en la promoción y defensa de los derechos reproductivos de las mujeres y en ese camino descubrió el mundo del acompañamiento. Ha tenido la oportunidad de acercarse a las mujeres para facilitarles espacios donde encuentren salud y gozo. Arde por que cada mujer elija libremente y desde su verdad el sendero que la lleve a sí misma.

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¿Y si responde que sí? Por Dunia Verona https://www.laquearde.org/2016/05/02/y-si-responde-que-si-por-dunia-verona/ https://www.laquearde.org/2016/05/02/y-si-responde-que-si-por-dunia-verona/#respond Mon, 02 May 2016 19:29:51 +0000 https://www.laquearde.org/?p=6221 ***Preguntarle a mi hija si la han acosado en el entorno familiar*** Sé perfectamente que en la calle le ocurre todos los días. Hemos estado juntas cuando personas desconocidas y sobre todo algunos vecinos en pleno desbordamiento sexual la desvisten con la mirada, valiéndoles que yo me dé cuenta. En aras de evitar actitudes más …

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***Preguntarle a mi hija si la han acosado en el entorno familiar***

Sé perfectamente que en la calle le ocurre todos los días. Hemos estado juntas cuando personas desconocidas y sobre todo algunos vecinos en pleno desbordamiento sexual la desvisten con la mirada, valiéndoles que yo me dé cuenta. En aras de evitar actitudes más grotescas y peligrosas le he sugerido fingir demencia. Por supuesto, no todas las veces me sigue la corriente. Cuando le chocan mis recomendaciones de prudencia hace uso del típico “¿qué me ves?” con enfado y el dedo de en medio levantado para confrontar a los automovilistas que la acosan, mientras yo tiemblo al imaginar que la respuesta de ellos será frenar, bajarse del coche e incrementar las formas y el nivel de acoso. Me niego a que la certeza de riesgo sea el abrigo de mi hija todo el tiempo, me preocupa que estando sola confronte a cuanto acosador se encuentre, pero también me apacigua saberla aguerrida.

***Preguntarle a mi hija si la han acosado en el entorno familiar***

#VivasNosQueremos renovó mis fuerzas para alzar la voz y sacar del anonimato a las personas que transgredieron mi espacio. Aun cuando el trabajo personal para liberar las memorias dolorosas ha sido intenso y efectivo, recuperarme de las agresiones no le quita la responsabilidad a los agresores. Tan importante es superar los abusos como denunciarlos para así acabar con la reiterada naturalización del acto de apropiarse del cuerpo de las mujeres.

***Preguntarle a mi hija si la han acosado en el entorno familiar***

Mirando de frente el silencio que por años estuvo sustentado en la negación de su intención de dañarme porque me querían y además eran de toda la confianza, he logrado nombrar claramente y sin titubeos los abusos sexuales cometidos por mis tíos: levantar mi vestido y manosearme o meterse en mi cama sin ropa para frotarse con mi cuerpo #NoEsNormal y #NoExagero.

***Preguntarle a mi hija si la han acosado en el entorno familiar***

A la luz de mi historia pienso en mi hija. Me maravillo con su crecimiento; me alegro por su entusiasmo para ser y hacer; deseo para ella libertad y felicidad. Me pregunto cómo acompañarla en la construcción del autocuidado físico y emocional sin inyectar paranoia; cómo ayudarla a confiar a pesar de las múltiples razones para temer. Observo su despreocupación al usar ropa entallada o vestidos cortos y me descubro anticipándome a los inconvenientes de andar así en la calle. Entonces detengo la película y me topo con la disyuntiva de alertarla o aplaudir su seguridad, porque quiero para ella una madre que no le herede sus miedos ni sus traumas, quiero para ella sonrisas y pasos firmes, la quiero viva y feliz.

***Preguntarle a mi hija si la han acosado en el entorno familiar***

Si mis padres me preguntaran si me han acosado en el entorno familiar no querría estar en sus zapatos al responderles que cuando tenía 10 años sus familiares creyeron que mi cuerpo les pertenecía… porque a 30 años de distancia ¡qué carajos sentirían, qué carajos dirían, qué carajos harían!

***Preguntarle a mi hija si la han acosado en el entorno familiar***

Con esta nota mental vivo todos los días. Así como están las cosas no lo puedo evitar.

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Imagen de portada: Saint Hoax

Dunia Verona es Comunicóloga de la UAM-X, egresada de la Maestría en Periodismo Político de la Escuela de Periodismo Carlos Septién, Doula, Terapeuta en Respiración Ovárica Alquimia Femenina. Trabajó en la promoción y defensa de los derechos reproductivos de las mujeres y en ese camino descubrió el mundo del acompañamiento. Ha tenido la oportunidad de acercarse a las mujeres para facilitarles espacios donde encuentren salud y gozo. Arde por que cada mujer elija libremente y desde su verdad el sendero que la lleve a sí misma.

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Desobedecer y sanar. Por Dunia Verona https://www.laquearde.org/2016/03/01/desobedecer-y-sanar-por-dunia-verona/ https://www.laquearde.org/2016/03/01/desobedecer-y-sanar-por-dunia-verona/#comments Wed, 02 Mar 2016 01:35:31 +0000 https://www.laquearde.org/?p=5467 Yo víctima Hace quince años viví violencia obstétrica durante el nacimiento de mi hija. En cuanto ingresé al hospital me ordenaron quitarme la ropa y ponerme una bata color verde. Inmediatamente después me rasuraron la panza sin preguntarme si estaba de acuerdo y sin informarme para qué lo hacían, y me dejaron sola en un …

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Yo víctima

Hace quince años viví violencia obstétrica durante el nacimiento de mi hija. En cuanto ingresé al hospital me ordenaron quitarme la ropa y ponerme una bata color verde. Inmediatamente después me rasuraron la panza sin preguntarme si estaba de acuerdo y sin informarme para qué lo hacían, y me dejaron sola en un consultorio esperando a que alguien tuviera tiempo de revisarme para saber qué tan avanzado estaba el trabajo de parto. Cuando por fin lo hicieron, únicamente me dijeron que en algún momento nacería mi bebé, luego me llevaron a una sala donde había otras mujeres, acostadas, con suero y quejándose a gritos por el dolor. Fui una más de ese grupo de olvidadas mientras no abrí la boca, pero cuando empecé a quejarme al sentir las contracciones más intensas recibí los regaños del personal de salud que pasaba por ahí: “Señora, ¿por qué grita? ¿No ve que me estalla la cabeza por su culpa? ¡Cállese!”. El dolor se calmaba, pero cuando emergía de nuevo impactaba no sólo al cuerpo sino también al corazón porque una y otra vez los dedos de diferentes hombres, desconocidos y hábilmente bruscos, exploraron mi vagina para aprender a hacer tactos; recuerdo haber sido objeto de estudio de al menos diez hombres ante los cuales me encontraba abierta de piernas, inerme, devaluada, cosificada, violentada más allá de la vagina. Pero el ejercicio de la violencia no era privilegio de los hombres, las enfermeras también sabían herir; con el mayor de los ascos me reclamaron por haberme evacuado tras una contracción: “¡Mire nada más, está llena de popó! ¡Ahora tendremos que limpiarla y cambiar las sábanas! ¡A ver, muévase!”.

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Habían pasado casi seis horas desde que ingresé al hospital. Mi cuerpo empezaba a tomar el control y yo fluía con él aun estando acostada. Movía la pelvis en círculos sobre la camilla, sentía cómo dentro de mí las aguas y el ritmo anunciaban que el trabajo de parto estaba en su apogeo. De pronto un médico se acercó a mí y mirando el reloj me dijo con prepotencia: “Se acabó el tiempo, madre, la vamos a abrir para que pueda salir su bebé. Voltéese, le vamos a poner anestesia”. Y así mi diminuta libertad fue coartada, mi voz silenciada y mi dignidad pisoteada. Luego me dijeron que tenía que pasarme, como pudiera, a otra camilla para llevarme al quirófano y ya estando ahí, con las piernas vendadas y las manos atadas, sentí que abrieron mi vientre y cómo unas manos removían el interior como quien menea un caldero con fuerza. Mi sensación todo el tiempo fue la de ser una gran cavidad en cuyo fondo se hallaba un bulto que había que extraer a como diera lugar. Después de eso pregunté la razón de la cesárea y alguien me contestó: “Es que tu bebé se acomodó tan pero tan bien que se atoró”. Cuando desperté estaba sobre una camilla en un pasillo y escuchaba a un bebé llorar cerca de mí. El llanto era tan intenso e incontrolable que me preguntaba por qué nadie atendía a ese recién nacido. Al poco tiempo supe que se trataba de mi hija y entonces caí en cuenta de que llevaba muchos minutos llorando sin ser atendida. A ambas nos trasladaron a piso y en el trayecto, para mi sorpresa y fortuna, nos topamos con mi madre, quien se había colado para obtener información luego de más de ocho horas sin dato alguno de mi estado de salud. Al mirarla rompí en llanto, quería contarle lo horrible que había sido todo allá adentro y el tiempo nada más me alcanzó para decirle, con el corazón destrozado: “Yo no quería que me abrieran”.

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Desde ese momento no hice más que llorar. Me dolía el cuerpo, me dolía la maternidad, me dolía la dignidad. Sentía que no existía parte de mí que no hubiera sido lastimada, y mi dolor aumentaba al percatarme del maltrato que mi hija había recibido dentro y fuera de mí. Todas las escenas de violencia volvían una y otra vez. Creía que el horror había finalizado, que sólo era cuestión de paciencia y de aguantar unas horas más para salir de ese horrible lugar y dejar atrás la tortura. Pero no. Faltaba la violencia postparto. En la noche, cuando nos dejaron a mi hija y a mí juntas para iniciarnos en la lactancia, no hubo una sola enfermera para guiarnos, en cambio sí aparecieron varias para regañarnos a las dos: a ella porque no dejaba de llorar y a mí porque no era capaz de callarla. A la mañana siguiente, en el cambio de turno, una enfermera me despertó para que me bañara: “Aquí todas se atienden solas. Levántase como pueda y métase a bañar”. La herida de la cesárea sangraba. La vagina también. Mi cuerpo ya no estaba anestesiado. Con mucho esfuerzo me incorporé y como desquiciada grité por el dolor. Una vez más no hubo una sola mano que me ayudara a levantarme, pero sí varias voces que se burlaron de mis peripecias y censuraron mis alaridos. Con todo y suero me dirigí al baño. Pedí ayuda para quitarme la bata y acomodar la aguja que se me había enterrado en el intento por atenderme sola. Recibí silencio. Horas después llegó la trabajadora social para obligarme a elegir el DIU como método anticonceptivo. Me negué. Muy enojada me dijo que debido a mi inconsciencia estaría ahí el siguiente año para pasar por lo mismo. Insistió con el DIU y cuando le dije que mi método sería el preservativo, gritó: “¿Qué vamos a hacer con mujeres como usted?”. El ambiente de un hospital público es lo menos acogedor que existe para una mujer puérpera. El hartazgo contamina el aire, el trato humano es una falacia y en cada paciente se perciben las ansias de huir. Cuando tramitaba el alta me di cuenta de que tenía los pies hinchados y decidí no decir nada. Lo único que me importaba era abandonar ese lugar y olvidar las horas que permanecí ahí. Con mi hija en brazos y mi maleta al hombro, escondí mis pies de elefante en un guango pants y salí apresurada, sin importarme que eso pudiera ser síntoma de una complicación postparto. No estaba dispuesta a prolongar la asfixia. De la hinchazón podría ocuparme en mi casa, con la gente que me que amaba. En el Hospital de Gineco Obstetricia 4 “Luis Castelazo Ayala” del Instituto Mexicano del Seguro Social ya había padecido bastante.

ViolenciaObstetrica

 Yo activista

Durante más de un década odié a los médicos. A todos. También odié mi cuerpo. Sentí una gran aversión por mi cicatriz, permanente signo de tortura. Y cuando trabajé en una organización que se dedica a la promoción y defensa de los derechos reproductivos de las mujeres la furia se transformó en impulso. Al saber que todo lo que viví en el nacimiento de mi hija y durante mi estancia en el hospital se llamaba violencia obstétrica puse mi empeño en lograr que el mundo supiera que eso les pasaba todo el tiempo, en cualquier lugar, a miles de mujeres; que teníamos que pararlo, crear conciencia y construir contextos de exigencia para el respeto de los derechos humanos involucrados en la atención del parto. Así que me propuse visibilizar la violencia obstétrica y las afectaciones que provoca en las diferentes esferas de la vida de las mujeres. Paralelamente a mi enardecido activismo, me atrajo la labor de las doulas –acompañantes durante el embarazo, parto y postparto cuya dedicación transforma la realidad de las mujeres y de sus recién nacidas/os—tanto, que decidí ser una de ellas y contribuir también por esa vía a la erradicación de la violencia obstétrica. Estuve cerca de mujeres que vivieron experiencias similares a la mía, reconocí nuestras heridas e identifiqué la necesidad de contar nuestra historia para que el dolor no nos ahogue. Constaté los efectos reparadores de hacer públicos los daños; el reacomodo interno que detona el atrevernos a nombrar los acontecimientos; la certeza de acceso a la justicia que resulta de hacernos escuchar; el empoderamiento que nos abriga al salir del anonimato. Supe que valía la pena invitar a las mujeres a alzar la voz, y en ese compartir y mirarnos de cerca entendí que además de la denuncia todas necesitamos un espacio para sanar.

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Yo mujer

Desde hace tres años transito una ruta terapéutica que me ha confrontado con mis heridas. He tenido acceso a diferentes espacios en los que he mirado a profundidad los daños que generó en mí la violencia obstétrica. He sido consciente de cómo mi sexualidad se vio trastocada a raíz de la vulneración de mi vagina con los múltiples tactos que me hicieron durante el trabajo de parto. He visto mi autoestima hecha añicos durante mucho tiempo al saberme tasajeada por una cesárea practicada con poco profesionalismo. He atestiguado cómo mi furia, mi dolor y mi frustración han alterado los vínculos en mi entorno familiar: me he peleado con mi madre porque ella no comprende la profundidad de mis heridas; sin querer he depositado en mi hija una carga muy pesada por la tragedia que significó para mí su nacimiento; y he dedicado toneladas de energía a hacer de esta experiencia traumática un eterno presente. Reconocer mis heridas y mirarlas de frente me ha ayudado a resignificar y encauzar mi vivencia. Poco a poco he logrado soltar las memorias dolorosas que habitan mi psique y mi cuerpo, y me he otorgado un gran proceso de sanación.

A raíz de este proceso y sabiendo que muchas mujeres han vivido violencia obstétrica creé un taller que ofrece herramientas para reivindicar la salud integral como un derecho de todas. Al brindar este espacio que contribuye a la recuperación de la salud física, mental y emocional he acompañado a las mujeres en la construcción de su propia ruta de sanación. Juntas hemos mirado las huellas del maltrato verbal y corporal: hemos palpado las disfunciones en periné, vagina y útero producto de tactos, episiotomías, procedimientos invasivos y falta de pericia en la atención del parto; hemos llorado las cesáreas impuestas, las cesáreas forzadas por la impaciencia de quienes no están pariendo y las cesáreas elegidas con base en el miedo heredado; nos hemos rebelado a las expectativas ajenas y aceptado nuestra propia historia; hemos liberado nuestros tejidos de los condicionamientos médicos; hemos escuchado y recuperado la sabiduría del cuerpo; hemos validado nuestras experiencias y las de otras mujeres; hemos abierto el espacio para que la alegría de sabernos madres prevalezca ante el recuerdo doloroso; hemos soltado la rabia y dado lugar al autocuidado; hemos sembrado autodeterminación para la defensa del cuerpo, las decisiones y las elecciones sin culpa; hemos recuperado la confianza corporal, el gozo, la excitación, la sensualidad; hemos vuelto a ser dueñas de nosotras mismas. Nos reconocemos mujeres activistas, luchadoras, defensoras y depositarias del derecho a la salud integral. Así lo vivimos, así lo clamamos.

Salvemos al perin?

Dunia Verona es Comunicóloga de la UAM-X, egresada de la Maestría en Periodismo Político de la Escuela de Periodismo Carlos Septién, Doula, Terapeuta en Respiración Ovárica Alquimia Femenina. Trabajó en la promoción y defensa de los derechos reproductivos de las mujeres y en ese camino descubrió el mundo del acompañamiento. Ha tenido la oportunidad de acercarse a las mujeres para facilitarles espacios donde encuentren salud y gozo. Arde por que cada mujer elija libremente y desde su verdad el sendero que la lleve a sí misma.

FB: https://www.facebook.com/dunia.campos.77

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No votaré por un hombre por ser padre, ni por una mujer por ser madre https://www.laquearde.org/2015/04/01/no-votare-por-un-hombre-por-ser-padre-ni-por-una-mujer-por-ser-madre/ https://www.laquearde.org/2015/04/01/no-votare-por-un-hombre-por-ser-padre-ni-por-una-mujer-por-ser-madre/#respond Wed, 01 Apr 2015 19:48:41 +0000 https://www.laquearde.org/?p=2360 A partir del 2015, tras 20 años de la Plataforma de Acción de Beijing, se presenta un escenario sin precedentes en México: la paridad en candidaturas a diputaciones en congresos locales, a los puestos de los ayuntamientos e incluso 7 mujeres candidatas a la gubernatura de 6 estados (Nuevo León, Sonora, San Luis Potosí, Campeche, …

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A partir del 2015, tras 20 años de la Plataforma de Acción de Beijing, se presenta un escenario sin precedentes en México: la paridad en candidaturas a diputaciones en congresos locales, a los puestos de los ayuntamientos e incluso 7 mujeres candidatas a la gubernatura de 6 estados (Nuevo León, Sonora, San Luis Potosí, Campeche, Guerrero y Michoacán). La presencia de mujeres en estas dimensiones no había sido vista antes en nuestro país. Por tanto, agarra a muchas y muchos desprevenidos, preguntándose ¿por qué he de votar por mujeres? ¿Cuál será la diferencia?

En el escenario político que ofrece este año, se presenta la oportunidad de abandonar frases y mitos al respecto de las mujeres en puestos de toma de decisiones, tales como “nuestro estado no está listo para una gobernadora”, “las mujeres no pueden llevar una agenda de seguridad pública, son muy emocionales”, “no importa que lleguen hombres o mujeres, todo seguirá igual”, “si llegan mujeres al poder, ellas sabrán gobernar, porque saben llevar una familia”, etc.

Para emitir un voto responsable, es aconsejable que éste sea resultado de un proceso informado y reflexivo. Con el objetivo de contribuir con dicho proceso, a través de este artículo les compartimos algunas razones por las cuales creemos que es una buena elección votar por mujeres para que accedan a puestos de toma de decisiones. Las 10 razones enlistadas a continuación no recurren a esencialismos, a estereotipos de género o a trivialidades para justificar su validez. Su enunciación fue un intento por sistematizar los hallazgos y resultados de la experiencia de México en materia de derechos políticos-electorales de las mujeres, la mayoría de éstos contenidos en la publicación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación titulada “Género y derechos políticos” y otras publicaciones del TEPJF[1].

Diez razones para votar por mujeres:

  1. Es nuestro derecho votar y ser votadas en igualdad de condiciones. Es un pacto tramposo esperar que tengamos solamente obligaciones y no oportunidades de acceder al sistema político en donde se toman las decisiones que impactan nuestras vidas día a día.
  1. Las mujeres somos el 52% de la población del país, no obstante estamos sub-representadas en los puestos de toma de decisiones. Al votar por mujeres para que ocupen puestos de toma de decisiones en el gobierno, se vota por incorporar nuestras visiones y vivencias a la agenda pública, al quehacer del gobierno.
  1. No todas somos iguales, pero compartimos semejanzas indiscutibles. Es cierto que no todas las mujeres vivimos lo mismo, o que necesariamente representamos las necesidades e intereses de todas las mujeres. No obstante, existen más posibilidades de que las mujeres posicionen en la agenda pública las problemáticas que les aquejan, a que las pongan sobre la mesa aquellos que no las viven. Es cierto que no todas las mujeres somos iguales, por lo que sería una mentira pensar que todas estamos igual de interesadas en solucionar X o Y problemática, cuya urgencia puede ser percibida de manera distinta desde distintos contextos socio-económicos. A pesar de las diferencias, las mujeres como grupo compartimos semejanzas. Diría Marcela Lagarde “quizá lo semejante está en que compartimos una historia, en la posición social semejante, en que no tenemos ciertos derechos. Enfrentamos desigualdad y discriminación por el simple hecho de ser mujeres”. Basta con echar un vistazo a las desigualdades que enfrentamos las mujeres, como grupo, para comprobarlo[2].

Como resultado de la participación de las mujeres en la vida política del país, se han posicionado problemáticas en la agenda que antes estaban invisibilizadas o no eran priorizadas. Por ejemplo: 1) Se han promovido iniciativas que atienden demandas como la no discriminación de mujeres embarazadas en la contratación laboral; iniciativas sobre licencias de maternidad y paternidad; iniciativas sobre acoso laboral y en materia económica; 2) se amplió la legislación sobre salarios, hostigamiento sexual en el espacio laboral, ciudadanía y necesidades específicas de la salud reproductiva de las mujeres[3]; 3) se prohibió la discriminación de género; 4) se formuló la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia; se propuso que la violencia familiar se persiguiera de oficio; 5) se aprobaron enmiendas a la ley electoral y a la ley de violencia contra las mujeres para incluir la violencia en la política y durante el proceso electoral; la violencia electoral de género y la violencia obstétrica han recibido una mayor atención.

 Aborto y machines

  1. Constitución de masa crítica. La cantidad de mujeres en espacios de toma de decisiones SÍ importa. Un mayor número de mujeres representa mayor posibilidad de alianza e incidencia para promover intereses específicos que no han sido atendidos o no han sido visibilizados.
  1. Las mujeres que acceden a puestos de toma de decisiones detectan y visibilizan las barreras y los obstáculos que están dentro del sistema político y que impiden que se fortalezca su participación política y su capacidad de incidencia en el mismo. Las mujeres que han accedido a puestos de toma de decisiones han señalado y evidenciado las trampas y los trucos de los que se hace uso para evitar el fortalecimiento de la participación política de las mujeres, como en el caso de los aguerridos machos con su estrategia de las “Juanitas”[4], mujeres que una vez que asumían su cargo cedían sus curules a los suplentes varones por presiones partidarias o arreglos previos; o como cuando las listas no cumplen con la proporción debida de hombres y mujeres; o se colocan las candidaturas de mujeres en distritos perdedores; o colocan a sus parientes, o mujeres sin experiencia política; o las amenazas dentro de los partidos políticos para lograr que mujeres se registren como candidatas; o exigir a las mujeres firmar renuncias en blanco antes de ser registradas como candidatas; o no darles recursos para campaña; o dejarlas entrar en funciones y no pagarles; o ridiculizar y descalificar sus propuestas presentadas, etc.
  1. Al ocupar puestos de toma de decisiones en el gobierno, las mujeres llevan a cabo acciones para eliminar las barreras y los obstáculos que están dentro del sistema político-electoral que no permiten que se fortalezca su participación política y capacidad de incidencia. Las acciones han sido de sanción e incentivos. Se han establecido lineamientos cada vez más específicos a fin de evitar “trampas” y “trucos” que eviten que las mujeres participen más y mejor en la política. Las cuotas, a diferencia de sus inicios, se regulan con más especificaciones y se aplican penalizaciones por falta de cumplimiento, como no permitir el registro de candidaturas a quienes no las observen.
  1. Continuidad y sostenibilidad de los logros alcanzados. En 1955 se conquistó el sufragio de las mujeres a nivel federal. Mucho tiempo después se impulsaron las cuotas del 20% dentro de los partidos políticos, después se obtuvo una representatividad no mayor al 70% de ningún género en las cámaras alta y baja, y ahora la paridad. Yo nací con el ejercicio de mi voto protegido, con las cuotas de género establecidas, aunque aún no efectivas. En mi edad adulta vi las cuotas vulnerarse y vi las acciones encaminadas a que se respeten. Ahora presencio la paridad en candidaturas como una realidad. Los logros alcanzados son reflejo de las acciones perseverantes de hombres y mujeres que están convencidos de la importancia de la participación política de las mujeres. Si bien lo alcanzado es loable, aún queda mucho por hacer más allá de garantizar a las mismas el acceso a los puestos de toma de decisiones. Los esfuerzos por fortalecer la participación política de las mujeres se han dado de la mano con el aumento de la presencia de las mismas en la toma de decisiones: perder presencia puede significar el estancamiento o la reversión de los logros alcanzados.
  1. Transformación del imaginario colectivo. Mercedes Barquet Montané describe maravillosamente el impacto que puede tener el incremento de la participación política de las mujeres haciendo particular referencia a la efectividad de las cuotas para la transformación del imaginario colectivo. Afirma que “las cuotas generan expectativas y abren espacios para las mujeres y permiten demostrar, en principio, que ellas pueden detentar puestos de responsabilidad y ejercer el poder ?o por lo menos lo pueden hacer tan bien o tan mal como cualquier hombre?, lo que proporciona a la sociedad, pero especialmente a otras mujeres que no la han tenido, una imagen alternativa o modelo de conducta en el ejercicio de una actividad a la que se tiene derecho, que empero hasta ahora ha sido reservada mayoritariamente a los hombres”.
  1. Es una oportunidad de reparar discriminaciones pasadas. En palabras de Mercedes Barquet Montané, “llevar a más mujeres a los puestos de poder significa reponerles un espacio y una función de representación y desempeño que les estaban vetados”.
  1. Para los hombres es una oportunidad para ir más allá del discurso y pseudo-apoyo. Es una oportunidad de mostrar que apoyan el empoderamiento de las mujeres en general, no sólo de sus madres, hijas, sobrinas, nietas y hermanas, así como de asumir la responsabilidad ciudadana de construir oportunidades iguales para las mujeres, aunque no sean sus parientes.

Desde luego que existen hombres y mujeres no capacitadas para los puestos, que son corruptos (as), violentos (as), xenófobos (as), clasistas, y que ejercen el poder de manera opresiva, pero eso está relacionado con la reformulación del sistema político de nuestro país, que da cabida a prácticas corruptas, violentas y discriminatorias. Por ahora las razones antes mencionadas se refieren al acceso a los puestos de toma de decisiones ante el nuevo escenario político-electoral que presentará la paridad.

La decisión responsable del voto debe estar acompañada de un proceso informativo sobre los y las candidatas. Otras cuestiones a considerar son ¿qué tipo de iniciativas promueven las mujeres de tal o cual partido?[5] Regresando a la importancia de no recurrir a argumentos esencialistas, no debe perderse de vista que el simple hecho de ser mujer no implica que promoverán iniciativas que erradiquen estereotipos, roles, violencia o discriminación de género. Sara Berbel en su artículo ¿Líderazgos femeninos o feministas?[6], públicado en el Diario El País, lo explica así: “como resultado de una educación profundamente patriarcal, (las mujeres) incorporan en su vida los valores fundamentales de nuestra sociedad, diferenciándose muy poco de los que reciben los hombres en cuanto al rol que deben desempeñar unas y otros”.

Votar por mujeres haciendo alusión a trivialidades o a “argumentos” esencialistas (que atribuyen cualidades o defectos a mujeres y hombres por el simple hecho de serlo) contribuye a fortalecer estereotipos sexistas. Votar por mujeres argumentando que somos más sensibles, menos corruptas, más generosas, más dignas de confianza y más trabajadoras que los hombres sería ignorar que esos valores no son inherentes a ningún género, puesto que existen tanto hombres como mujeres corruptos y deshonestos. Igual de irresponsable sería argumentar que vamos a votar por una mujer por el simple hecho de ser madre (aunque para muchas y muchos sea difícil de creer, no todas las mujeres son madres, ni todas quieren serlo), o que votaremos por hombres porque son mejores, porque ellos sí saben gobernar, son más fuertes[7], más racionales, más mano dura, o están más preparados[8].

Aludir a argumentos esencialistas basados en diferencias sexo-genéricas (relacionadas con el mero hecho de nacer de uno u otro sexo, o con el comportamiento que se espera de uno u otro sexo) para alentar el voto hacia las mujeres, es alimentar un círculo vicioso de argumentos sin fundamento que han sido utilizados hasta ahora en detrimento de las mujeres. Aludir a estereotipos es validarlos como ciertos y, por tanto, contribuir a perpetuarlos. Los estereotipos de género han sido especialmente dañinos para la construcción de una sociedad igualitaria, y han resultado en desigualdad de oportunidades y responsabilidades tanto para hombres como para mujeres.

 

Imagen: Manuela Álvarez Guzmán y Minerva Domínguez Morales, mujeres del municipio de Guevea en Juchitán, Oaxaca, quienes lograron con una impugnación ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación anular la elección municipal de 2013, debido a que se les impidió votar. Denunciaron agresiones y amenazas por parte del presidente del comisariado de bienes comunales, Isaí Ortiz Hernández. Paginabierta.mx

[1] Serie comentarios a las sentencias del Tribunal Electoral disponible en http://www.trife.gob.mx/category/serie/serie-comentarios-las-sentencias-del-tribunal-elec-0

[2] Para datos a nivel nacional en México pueden visitar el siguiente link: http://www.oecd.org/centrodemexico/medios/Gender%20Equality%20-%20Mexico%20-%20December%202012%20%28Gabriela%20Ramos%29%20%283%29.pdf
Para datos internacionales el link: http://beijing20.unwomen.org/es/infographic/beijing-at-20

[3] Género y Derechos Políticos TEPJF

[4] En la elección federal de 2009 se presentó un hecho inusitado en la historia política reciente de México: nueve diputadas federales, recién electas por el principio de representación proporcional, presentaron al mismo tiempo solicitudes de licencia ante la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados para separarse del cargo de manera definitiva, cuando apenas habían tomado posesión del mismo. Por si esto no tuviera la suficiente trascendencia, en todos los casos los suplentes eran varones

[5] Próximamente difundiremos los resultados de un estudio que sintetiza las iniciativas de género propuestas por los principales partidos políticos en México

[6] http://www.eldiario.es/catalunya/donesenxarxa/igualdad-feminismo-liderazgo_6_367523252.html

[7] Aunque jamás he visto que el proceso de toma de decisiones implique levantar pesas o que requiera de la fuerza física para cumplir con sus funciones.

[8] De acuerdo con las estadísticas de México publicadas por la OECD, las mujeres actualmente tienen un mayor nivel educativo que los hombres.

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Mis nuevos ojos https://www.laquearde.org/2015/02/06/mis-nuevos-ojos/ https://www.laquearde.org/2015/02/06/mis-nuevos-ojos/#comments Sat, 07 Feb 2015 03:00:00 +0000 https://www.laquearde.org/?p=2132 Hace unos años una profesora dijo algo que cambiaría para siempre la forma de entender mi pasado. Me dijo que todo lo que ha sido antes puede ser releído cuando aprendemos un nuevo concepto, teoría y perspectiva. Para ilustrar su argumento agregó el ejemplo de aquellas mujeres que han sido víctimas de violencia. Nos explicó …

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Hace unos años una profesora dijo algo que cambiaría para siempre la forma de entender mi pasado. Me dijo que todo lo que ha sido antes puede ser releído cuando aprendemos un nuevo concepto, teoría y perspectiva. Para ilustrar su argumento agregó el ejemplo de aquellas mujeres que han sido víctimas de violencia. Nos explicó que en algunas ocasiones ellas resignifican su experiencia cuando se conciben como sobrevivientes de violencia, en vez de identificarse como víctimas. Entenderse como sobrevivientes las coloca en una posición distinta que les permite hacer frente a sus experiencias pasadas y hacer algo transformador para ellas, en vez de abrazar dichas experiencias como eventos que las atan o desempoderan.

Cuando cursé la maestría en género sucedió exactamente lo que anunció mi profesora. Tal vez ya me había pasado antes, pero hasta ese momento no había sido tan consciente del cambio en la lectura de mi pasado y mi vida al incorporar una nueva perspectiva. A pesar de que ya tenía experiencia trabajando en acciones encaminadas a alcanzar la igualdad de género, el término “género” aun no me cerraba. Lo entendía a medias. Eso se debía a que yo entendía “género” lejos y fuera de mí. Es decir, los programas y proyectos en los que colaboraba siempre estuvieron dirigidos a otras personas y nunca hacia mí. Tuve que dejar de ver género “hacia afuera” y pasar a colocarme en el centro de la ecuación. El proceso fue un reto completo. De pronto todo lo que estaba aprendiendo sobre género trasgredía, cuestionaba y problematizaba duramente mi camino de vida hasta ese momento. Me dolió la relectura que hice de las relaciones y dinámicas dentro de mi familia. Vi las injusticias e incongruencias con las que había crecido en familia, fui consciente de la discriminación y violencia que había vivido en espacios académicos y profesionales. Me reconocí como alguien que replicaba la violencia de género.

Sin entender mucho qué me estaba pasando, el inicio fue doloroso. Me encontré en un mar de confusiones. En ese momento no había alguien que me acompañara y entendiera la metamorfosis que estaba viviendo. Mis amistades de la maestría transitaban su propio proceso, cada uno era distinto, y tan demandante, que sólo nos daba tiempo de dedicarnos al propio y, de vez en cuando, acompañar el de las demás.

Esos nuevos ojos estaban revolucionando mi mundo, revisándolo, reconfigurándolo. Mis nuevos ojos eran cada vez más agudos, esta nueva visión era imparable, cada día se agudizaba más. Pasé de ver las injusticias y desigualdades en el ámbito familiar a verlas en mi relación de pareja. Ahora entendía los mecanismos de subordinación y dominación. Me crispaba cada vez que mi entonces pareja me decía “¿Ves? ¡Te lo dije!”, posicionándose una y otra vez como la autoridad. Detectaba la violencia, más sutil, casi imperceptible, que implicaban sus silencios y sus omisiones.

Entendí qué era el género cuando me puse al centro de la ecuación y exploré con esos lentes cómo funcionaba en mi vida, cómo la configuraba y la condicionaba. Cada vez que me estresaba encontraba alivio repitiendo un mantra que se convirtió en mi “om shanti shanti shanti”: “el género es socialmente construido, es socialmente construido”. Saber que el género se construye socialmente me daba la calma de pensar que definitivamente el orden de género actual puede ser cambiado, alterado hacia un orden que no sancione, condene, no invisibilice ni menosprecie a uno u otro por ser hombre o mujer, por ser homosexual, heterosexual, pansexual, bisexual, etc.

Con mis nuevos ojos, que ahora veían género en todas mis relaciones interpersonales, en mis pensamientos y acciones, empecé a reconfigurar mis relaciones para hacerlas más igualitarias. Ahora la parte difícil era explicarle a mi familia y amistades qué era género. Me costó un año trabajarlo en mí y ahora no sabía cómo explicárselo a ellas(os) de manera sencilla. Encontré que mis familiares y amistades cercanas no podían explicar sobre qué versaban mis estudios de posgrado y el área en la que me desempeño profesionalmente. Decían “trabaja algo sobre la equidad y los derechos de las mujeres o algo así” o se referían a mis labores como “eso que tú haces”.

Opté por hacer manifiesto cada vez que algo me parecía un estereotipo, discriminación y violencia de género. En la televisión, en el radio, en los medios de comunicación, en las dinámicas durante las reuniones familiares, en las películas. Poco a poco lo señalé, hasta que finalmente mi familia y amigos(as) decían “eso no tiene perspectiva de género”, “eso es discriminación de género”, “eso es violencia de género”, “eso es un estereotipo de género”. Un día le pedí a mi hermana que definiera qué es género de una manera sencilla y sin argot académico, apelando a que ella tendría una visión menos cuadrada y rebuscada que la mía. Me contestó que era difícil de definir porque para entenderlo y verlo fuera de ti primero es necesario incorporarlo en tu día a día.

En términos coloquiales, coincidimos en que adoptar la visión de género es equivalente a ponerte unos lentes con un aumento que te permiten ver cosas, situaciones y desigualdades que antes te hubieran pasado desapercibidas. Incorporar esta perspectiva es irreversible. Verás dinámicas, roles, estereotipos, discriminación, violencia de género en las películas, en las pláticas de sobremesa, en las tiendas, en las redes sociales, en los libros, en el gimnasio, en el restaurante, en el hospital, en absolutamente todo: cuando entras a un establecimiento comercial y no se dirigen a ti, sino al hombre que te acompaña; cuando pides la cuenta y no te la dan a ti; cuando ordenas comida y se dirigen a él para preguntarte algo a ti; cuando te preguntan “¿señora o señorita?”; cuando vas a una boda y ves como “entregan” a la novia; cuando en las novelas y en las películas hollywoodenses percibes la violencia cínica que se ejerce contra las mujeres, donde romantizan la subordinación de las mujeres a los hombres y esperan que pienses que es romántico que una mujer sacrifique todo su plan de vida por seguir a un hombre; cuando alguien te pregunta si eres homosexual o eres “normal”.

“Género” se entiende hasta que te atraviesa. Entenderlo en ti es clave para poder llevar a cabo acciones en lo público y lo privado para construir una realidad que no limite el potencial de hombres y mujeres por el hecho de nacer con uno u otro sexo. Una vez que entiendes cómo opera en ti y en tus círculos cercanos, es posible entender cómo configura relaciones a nivel macro en el estado, la economía, las instituciones, el comercio, etc. Una vez que eres consciente es un poco más complicado quedarte de brazos cruzados, pues al entender el vínculo entre lo público y lo privado reconoces que como ser social debes asumir la responsabilidad de ser parte de un mundo que nos limita. Es un poco más incómodo conocer tu responsabilidad y no hacer nada, pues te reconoces parte del problema y un(a) ciudadana(o) pasiva(o) que no aporta nada para terminar con las desigualdades, ni para construir condiciones que permitan co-crear un mundo mejor para las generaciones que te preceden, para la tuya y para las que vienen.

Personalmente he decidido participar y promover proyectos que llamen a la reflexión y a la acción. Uno de esos proyectos se titula “Analiza Género”, y lo comencé hace un año. Fue un curso en línea que surgió de mi interés por compartir toda la teoría que aprendí durante mi maestría. Participaron 70 personas de Perú, México, Argentina, Costa Rica y España. Los perfiles de las y los participantes fueron diversos, desde profesionales que han trabajado en materia de igualdad, hasta personas que apenas tenían su primer contacto con el termino/categoría analítica de género. La experiencia fue enriquecedora en todos los sentidos, intercambiamos puntos de vista, compartimos cómo era nuestra realidad dependiendo del lugar donde vivimos, de nuestra edad, profesión, clase social, edad, sexualidad, etc.

Dado que esta experiencia fue muy rica, y se ha enriquecido gracias a la retroalimentación de quienes participaron, he decidido volver a impartir el curso “Analiza Género”, pero esta ocasión lo dividiré en dos partes: la personal y la política. La primera parte será vivencial, y estará dirigida a explorar qué es género desde lo privado, qué papel juega en nuestras vidas, cómo las configura, cómo nos atraviesa. Durante esa etapa lo comprenderemos desde lo privado para posteriormente, en la segunda parte, entender cómo funciona en las instituciones, en los modelos de desarrollo, en la política, la economía, etc.

La primera parte del curso empezará el 2 de marzo y finalizará el 2 abril. Constará de 3 módulos. Las actividades serán vivenciales e implicarán que las y los participantes lleven a cabo experimentos sociales simples, vean alguna película, canciones, platiquen con integrantes de su familia de otras generaciones, etc. Se entregará constancia de participación avalada por la Campaña de Lazo Blanco Argentina-Uruguay y el Instituto de Género Josep Vicent Marques de Argentina. La cuota de recuperación es de 600 pesos mexicanos o 60 dólares para otros países. Para mayor información sobre el contenido, la estructura y contenido del curso escriban a masalianzafem@gmail.com. El curso está dirigido al público en general, sin importar su ocupación, área de estudio o trabajo.

Elena Olascoaga Tarjeta de presentacion ENE2015

Saber qué es género y cómo está relacionado con nosotras/os y nuestro entorno es una cuestión de ciudadanía. Está incluido en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 como una estrategia transversal: en las elecciones entrarán las cuotas de género en paridad, en las empresas privadas se pide incorporar prácticas laborales que fomenten la igualdad de género, etc. Actualmente el término “género” acompaña muchos conceptos y frases cuyo significado rara vez se conoce (transversalizar género, roles de género, perspectiva de género, identidad de género, estereotipos de género, violencia de género, igualdad de género, discriminación de género, etc). Saber qué es el género es necesario para actualizarnos, nutrir el debate, intercambiar ideas y hacer nuestra parte de asumir responsabilidades para construir un mundo que ofrezca a hombres y mujeres iguales oportunidades, responsabilidades y obligaciones.

Les invito a ver el mundo a través de estos lentes: es revelador, revolucionario y necesario para romper estructuras, para acabar con un orden que hasta ahora ha limitado la posibilidad de que hombres y mujeres se desenvuelvan y desarrollen libremente.

 

Imagen: Kathryn Barton. Theloop.com

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