Redacción.
Ayer Lesvy Berlín Rivera Osorio, de 22 años de edad, fue ahorcada con el cable de una caseta de teléfono en los jardines del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Su cadáver fue dejado ahí mismo, expuesto en los jardines de Ciudad Universitaria como símbolo de la guerra que ahí dentro se libra contra las mujeres todos los días. En respuesta (y en consonancia con la tónica institucional cuando de abordar la violencia feminicida en casa se trata), la Sala de Prensa de la UNAM emitió un escueto y frío boletín informativo:
La reacción de una de las instituciones educativas más importantes de América Latina ante un feminicidio en sus instalaciones despierta indignación y asombro, pues dista mucho de ser digna para la víctima, para la comunidad estudiantil y para la sociedad mexicana, viniendo de un alma mater que se jacta de tener una postura comprometida contra la violencia que se ejerce cotidianamente contra las mujeres en sus aulas, sus baños, sus pasillos, sus cubículos…
Hagamos un breve análisis de los múltiples mensajes que transmite simbólicamente este comunicado a la comunidad universitaria y a la sociedad mexicana:
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De manera anónima, casi molesta, el Rector de la máxima casa de estudios expresa “su repudio” “ante cualquier tipo de “ilícito” cometido en sus instalaciones: No, Enrique Graue, no funcionarias del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (complacientes en su silencio), no se trata de “cualquier ilícito”: se trata de un acto profundamente simbólico, signo de que los feminicidas se sienten tan seguros dentro de nuestra casa de estudios, que ya hasta se atrevieron a arrojar en sus jardines el cadáver de una mujer, a manera de mensaje para el resto: Estamos hablando de que el o los feminicidas de Lesvy se tomaron el tiempo de ahorcarla con el cable de una caseta telefónica y de dejar su cadáver expuesto, para humillarla aún después de muerta. El mensaje de el o los depredadores parece claro: mujeres: sus vidas no valen nada. Y nos pertenecen.
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No, Enrique Graue, no funcionarias del CIEG (complacientes en su silencio), no se trata de “cualquier ilícito”, no estamos hablando del robo de las llantas de un auto o de un estudiante orinando en las jardineras: se trata de un feminicidio, del más grave de los crímenes: el asesinato de una mujer por ser mujer, en un país donde el odio machista le arrebata la vida, en promedio, a 7 de nosotras todos los días, en una universidad que ha demostrado estar trabajando para encubrir a los agresores y desincentivar la denuncia a través de un Protocolo y toda una legislación universitaria que contravienen las leyes nacionales y los tratados internacionales en materia de violencia contra las mujeres.
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No, Enrique Graue, no se trata de “cualquier ilícito”, se trata de la máxima expresión de la violencia contra las mujeres, la mitad de la población mundial. Se trata del derecho a la vida de las mujeres, que ayer le fue flagrantemente arrebatado a Lesby en las instalaciones de la institución educativa que presides.
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Tu comunicado, Enrique Graue, no sólo omite algo tan esperable de una institución educativa con el poder simbólico de la UNAM, como condenar enérgica y dolorosamente el asesinato de Lesby, y por tanto la violencia contra las mujeres: además la minimiza, la invisibiliza, y por tanto la avala, frente a cientos de miles de estudiantes, trabajadorxs y catedráticxs que conforman la comunidad universitaria. Tampoco asume una responsabilidad ni emite un mensaje creíble de intolerancia hacia estos crímenes de lesa humanidad en México.
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Este desplante de indiferencia y desprecio, Enrique, es coherente con tu sonoro silencio frente al gravísimo acto público de violencia de género en que incurrió Marcelino Perelló Valls, catedrático de la Facultad de Ciencias, hace unas semanas. También es coherente con el Protocolo que se emitió con el aval de las académicas y funcionarias del CIEG, a tu cargo, y que sólo sirve para desincentivar la denuncia de las sobrevivientes de género y encubrir a los agresores.
Tu respuesta, Enrique Graue, a este simbólico y doloroso acto de violencia contra todas nosotras, es indignante, y contribuye a normalizar los alarmantes niveles de violencia que tenemos que enfrentar las mujeres en la UNAM.
Nosotras, Lesvy, no vamos a llamar a tu asesinato “probable feminicidio” no por falta de seriedad, sino todo lo contrario. Son las autoridades mexicanas las que no han tomado nunca con seriedad la violencia contra las mujeres… como no sea para ejercerla: nunca para sancionarla. Por supuesto, el feminicidio es un “ilícito” -como dijera, eufemísticamente, el rector de la UNAM- que las autoridades nunca se deciden a probar y por eso los poquísimos que llegan a nombrarse, quedan así, como “probables (eternamente probables) feminicidios”, nunca probados, mas no por falta de pruebas -que abundan- sino por exceso de negligencia, indiferencia y misoginia.
Lo que está probado es que las autoridades (sean de la UNAM, de la PGR o de cualquier institución) actúan como cómplices del agresor, a quien socorren de mil modos en los que no socorren a la víctima. Ahí está el principio de inocencia que defienden a voz en grito para que se llame “probable” al ilícito hasta en tanto no sea demostrado culpable el agresor, pero cuando se trata de violencia contra la mujer, la Víctima es Culpable de Origen y basta leer cualquier expediente penal de un delito sexual para ver que las preguntas que ministerios públicos y jueces hacen, no en torno al agresor sino a la víctima, no se distancian de las que nuestra machista sociedad plasma en redes sociales: ¿iba sola de noche?¿acostumbraba beber? ¿por qué iba así vestida? ¿tenía más de un novio?… en fin, ¿era mujer y se atrevía a existir? Conclusión: “Eso provocó que la mataran. La culpable es ella, no él. Nada más que investigar.”
Por eso, Lesvy, hermana, para nosotras lo que te llevó a la muerte y a que tu cuerpo inerte fuera exhibido por tus asesinos en el campus de la UNAM se llama FEMINICIDIO así, sin apellidos, porque sabemos que la “justicia” de las instituciones (UNAM, PGR o Juzgado Penal) no está de tu lado, pero la nuestra sí. Nuestra justicia es nombrarnos, amarnos y luchar lado a lado por nuestras vidas, nuestra libertad y nuestra risa. Por eso ahora denunciamos las simulaciones de este sistema institucional feminicida y le exigimos que materialice Nuestra Justicia, encarcelando de por vida a lo(s) asesino(s) que acabaron con tu vida.
Ese mismo sistema de simulación institucional feminicida sabe perfectamente, por ejemplo, que la Facultad de Ingeniería de la UNAM es un paraíso de la misoginia, y que atravesar sus pasillos siendo mujer es como ser negrx y caminar entre dos filas de miembros del Ku Klux Klan, o como ser judíx y entrar en una reunión de neo nazis, hace poco un investigador exigió públicamente al Director de la Facultad de Ingeniería que tomara medidas urgentes para que cese de inmediato el acoso sexual hacia las mujeres en esta facultad y en la de Química.
¿La respuesta? El silencio institucional de siempre, ése que avala y encubre a los agresores; ése que transmite a cientos de miles de estudiantes el mensaje de que la violencia que ejercen estos depredadores contra nosotras es aceptable y normal; ése que perpetúa la impunidad de estos agresores, como hasta ahora Enrique Graue ha procurado la protección de Marcelino Perelló Valls (anuncio que dio públicamente el propio agresor y del que la UNAM no se deslindó), y no la de las mujeres que tienen contacto con él en las instalaciones de la UNAM; ése que mantiene en su puesto, después de años de abusos contra las alumnas, a depredadores sexuales como Seymur Espinoza.
Por todo esto, las feministas nos estamos organizado para llevar a cabo mañana 5 de mayo la primera marcha de protesta multitudinaria en la historia de la UNAM:
Para exigirte, Enrique Graue, que nombres y repudies el FEMINICIDIO de Lesby públicamente, a título personal y a nombre de la casa de estudios que presides; que exijas a las autoridades que identifiquen cuanto antes a el o los responsables; que Marcelino Perelló Valls sea destituido de la UNAM, como te lo exigimos 12,610 estudiantes, ciudadanas y ciudadanos hace ya 17 días; que Seymur Espinoza Camacho sea expulsado de la UNAM y que el Protocolo que encubre a agresores y revictimiza a las sobrevivientes de la violencia machista en la UNAM sea derogado y sustituido por otro que atienda a las normatividades nacionales e internacionales en materia de violencia contra las mujeres.
Nos nos callaremos, Enrique, no dejaremos de exigir justicia para Lesby, y para todas las sobrevivientes de violencia en “la máxima casa de estudios”.
¡Tu vida nos importa, Lesby! ¡No dejaremos de exigir justicia!
¡Nos vemos en la marcha, hermanas!
Hasta que la dignidad se haga costumbre.
Hasta que la justicia se siente entre nosotras.
#VivasNosQueremos
Ya Graue dió cuenta antes de su tendencia política y social al integrarse a la marcha Vibra México, de nuevo su actitud ante el caso Perelló y este despreciable feminicidio hace dudar que sea el indicado para regir a la UNAM . Fuerza compañeras son un ejemplo de coherencia y dignidad.
Lo que contáis es estremecedor e intolerable. Me llena de rabia.Sólo vosotras cambiareis la sociedad, lo haréis, estamos seguras. Mucha fuerza desde España.
A mí preocupa muchísimo que haya indiferencia, que se minimice o peor aún que se tolere la violencia contra las mujeres en la UNAM. Al no actuar o ni siquiera tomar postura contundente frente a la violencia, nos está poniendo en riesgo, en particular a las que por NECESIDAD tenemos que DEFENDERNOS, a las que no tenemos guardaespaldas. No me ponga, no nos ponga en riesgo Dr. Graue.