Anuncio mi parada al chofer de la combi. Me deja más lejos, estoy enojada, se lo hago saber, me dice histérica… Desciendo con mi teaser (instrumento de autodefensa) en la mano, como siempre, “¡pendejo, como tú no sabes lo que es ser mujer y caminar a oscuras por estas pinches calles, por eso te pasas dos!”, espeto antes de que cierre la puerta de su van. Más que insultarlo quisiera que pudiera entender/me.
La avenida está oscura como siempre: los postes de luz aquí son sólo un pretexto para justificar el varo que se mama cada gobierno. Camino con miedo, como siempre. En la esquina de mi casa está el vecino que me saluda cada noche cuando llego, siempre alerta. Justo al doblar veo un auto salir, casi me atropella, el vecino me dice desde su azotea que me espere, el auto regresa a mi calle, el vecino me pregunta si lo conozco, -claro que no-, respondo, el auto se estaciona unos metros delante de nosotrxs, él me dice que ese coche lleva un rato dándole vueltas a la calle y que justo ahora que me ve, se regresa… Espérate, dice, aún no te vayas, por si las dudas, déjame bajar y te acompaño. Marco a la casa. Es un auto blanco…
Un auto blanco…
Un auto blanco, como el de aquella vez, hace seis años. Ustedes no lo sabían, pero soy sobreviviente de un levantón, -pan de cada día para las morras en Ecatepec-. Ustedes no lo saben, pero los dos pendejos que intentaron llevarme aquella vez iban en un carro blanco. Ustedes no saben -y yo tampoco sé- cómo fue que sobreviví y ahora puedo escribir esto sin llorar, como antes, cuando no podía hablar del suceso, cuando recordarlo me remitía a otros traumas de los que tampoco hablaba, porque no es bueno hablar de esas cosas cuando eres mujer, cuando sabes que nadie te va a creer, cuando ya pasó y ya has tenido que haberlo superado, porque debes agradecer que al menos estás viva, que cuando niña no te mataron y cuando adolescente te permitieron vivir y a los 20 años tú solita tuviste que salvar tu vida, porque sí, vivir es bonito pero tú no lo sabías, sólo querías saberlo, querías vivir y luchaste como loca por salvar lo único que tenías: tu vida.
Ustedes no lo saben pero amo mi vida, y cada día me levanto con la firme decisión de no morir, de no dejarme asesinar (y de no dejar que me maten, también, metafóricamente, quienes amo). Ustedes no lo saben, pero hace un rato, de nuevo me tembló hasta el alma cuando vi aquél auto blanco…
El vecino bajó y me encontró hablando a casa. El auto tenía las luces apagadas y vidrios polarizados que reflejaban los pálidos rayos que proyecta una de las tres lámparas que alumbran esta calle. Estoy hablando a mi casa para avisar, dije. ¿Vienen por ti?-, preguntó él, no, pero ya están afuera, gracias por todo. Camino a lado de la acera contraria al auto, la ventana del piloto se baja, veo a un tipo con capucha y gorra, está solo en el auto, sigo caminando, afuera de la casa me esperan. Llega otro vecino en su coche, su mamá abre las puertas de su casa para que entre, le aviso del auto que anda rondando, la vecina toca a la de al lado, el auto arranca.
Estoy a salvo.
Comparto por este medio con el único objetivo de hacerles saber que no exageramos cuando apologizamos y accionamos a favor de la autodefensa, cuando nos organizamos para que no nos sigan matando ni violentando, para que sepan que odio caminar todas las pinches noches con miedo desde que bajo de la combi hasta mi casa, que odio nombrar al sitio donde vivo “Ecatedeath” y escribir versos sobre él, sobre nosotras sobreviviendo aquí.
Odio sentirme impotente, odio con todo mi ser a cada uno de esos mierdas que me han hecho daño por ser mujer, a cada uno de esos mierdas que le han hecho daño a mis compañeras por ser mujeres, a quienes nos siguen violando, torturando, asesinando, a quienes nos llenan de “piropos” acosadores hasta en las paredes de los baños de las pulkatas. Esto es para decirle a mi madre y a quien piense lo mismo que no me pasan “cosas” por llegar noche, por caminar sola, que no me voy a “quedar quieta” por miedo.
Esto es para decirles que nosotras no tenemos la culpa de absolutamente ninguna de las formas de violencia que se ejercen en nuestra contra, incluida la de asesinarnos por el único hecho de ser mujeres, porque una estructura mierda le enseñó a los “hombres” que pueden disponer de nosotras porque “somos cosas”, objetos de uso y deshecho, porque esa estructura les muestra que hagan lo que hagan está bien y no tendrán represalias. Esto es nomás para recordarles que en este municipio, como en muchas partes del país, “la muerte nos anda siguiendo los pasos” vestida de macho culero, de policía, de instituciones que nos revictimizan, de mujeres con una cultura machista más que introyectada, de un wey en un auto blanco, y otras tantas caras.
Esto es para decir que no estoy dispuesta a morir en manos de ningún hijo de esta mierda de sistema machista que todo lo vuelve mercancía, que seguiré defendiendo mi vida con todo lo que tengo -principalmente las armas-, que me quiero sana, libre, viva. Esto es para decirles que no estamos solas, que nunca lo estamos, que no nos vamos a callar, que vamos a seguir organizándonos y que tenemos un chingo de miedo pero lo seguiremos usando como proyectil que aplaste sus cabezas.
No quiero sus comentarios paternalistas ni mamadas de ésas, no quiero que sólo le den like y digan “pobrecita”, “chale, qué mal pedo”, quiero que sigamos luchando por un mundo menos culero donde yo y tú y todas y todos podamos caminar sin miedo por las calles oscuras, un mundo donde puedan nacer hijas que no cargarán estigmas por ser mujeres, que no tendrán miedo por serlo y reivindicarlo, un mundo donde nadie más vuelva a lastimarnos y seguir ileso e impune.
No quiero “hombres feministos”, quiero que ustedes, “hombres”, respeten nuestro cuerpo, nuestra dignidad, humanidad, territorios, que respeten nuestra vida, ¡pendejos!
Me niego a seguir siendo la víctima pasiva que suponen somos, no más, ni una más, mucho menos yo. Rebeldía y rabia nos habitan la vida y no la van a parar hasta que se acabe por sí sola. Estoy harta de pensar que yo puedo ser un número más que se agregue a la cifra de las “desaparecidas” del Estado de México, que un día puedo no volver a verles por ser mujer que habita este pútrido pedazo de tierra gobernada por mierda burocrática coludida con la otra mierda. No seré una cifra ni otro silencio.
Organicémonos, banda, sepan que esto pasa aquí todos los días, que no es ficción de película, que no es sólo Juárez: pasa en Neza, Chimalhuacán, en todos los estados del país, en la “CDMX”, en la calle de atrás del sitio donde cómodamente lees esto…
Así las cosas, una vez más, esto es “Ecatelife”: ESTOY VIVA.
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Imagen de portada: La Bocadora